Esta historia ha sucedido en una ciudad de Alemania, en el que una señora lleva años en litigios con la tienda de quesos de su vecino.
Al parecer y siempre según la señora, el olor a queso es insoportable y entra por las ventanas y hasta por los agujeros de los enchufes.
Así que en modo de protesta empezó a pegar pegatinas y carteles en la fachada del edificio y denuncio a la empresa por dichos olores.
En una reciente sentencia, el juez le ha prohibido poner estos carteles pero sin embargo le permite quejarse a viva voz desde su ventana ya que esa queja se considera libertad de expresión. |
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